El vacío que todo lo llena


Volver a este momento, del que realmente nunca nos fuimos. Estar presentes con la vida, ser la vida desde el interior, desde lo que somos brotando del corazón... 

No necesitas nada, salvo estar aquí. Puedes desprenderte de todo y sigues estando aquí. Cuanto más te desprendes de ti mismo, de lo innecesario, de la carga del pasado, de la carga del futuro que queremos prediseñar... cuánto más te desprendas de todo, la inmensidad puede aparecer, presentarse, llenarte, pues comienzas a abrir ese espacio vacío, desnudo, de aparente oscuridad, pero que gracias a él, permitirá que toda la luz penetre. 
Es necesario parar, detenerse, pararse a sentir ese vacío, ese silencio verdadero que hay dentro de nosotros y que a veces tememos escuchar por miedo a perdernos en él y en la soledad. Pero en ese viaje a los adentros de uno mismo la luz es el dorado milagro que descubrimos nos habita por completo, al escuchar la llamada del corazón, el sutil latido interior que el ruido no nos permitía percibir. 
Silencio, profundo silencio por el que se inicia el viaje de la verdad donde resuena el amor infinito que somos. Sin miedo, sin nada que perder, abiertos al vacío que muestra la inmensidad del ser.


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